24 Capítulo Ocho Dos Partes A Sanar Ahora con respecto a la sanidad, existen dos aspectos. El primero parte de que uno está aprendiendo a ejercer su autoridad espiritual sobre las tinieblas (y la enfermedad es tinieblas!). Pero el segundo aspecto está en cuanto a saber cómo aplicar esa autoridad. Saber como aplicar esa autoridad requiere aprender a recibir la revelación del Señor. Involucra aprender a oír Su voz y estar de pie en lo que Él nos dice, sin tener en cuenta lo que los expertos estén diciéndonos, o lo que nosotros vemos con nuestros ojos. Nosotros debemos aprender a insistir en la verdad de la revelación rhema que hemos recibido. Ése es el mecanismo detrás de Lucas 1:36-37 en qué María recibió por el ángel que ninguna "cosa" (revelación rhema) es imposible con Dios. Combine autoridad espiritual con fe en la palabra de revelación de rhema sobre la que uno ha recibido su situación, y tenemos un milagro realizado por el Espíritu Santo (Quién todavía está moviéndose en la revelación de las aguas como en Génesis 1:2, esperando llevar a cabo la Palabra rhema cuando se habla). La contestación de María a la revelación del ángel Gabriel era, "Hágase en mí según Tu rhema." ¿Así que la pregunta no es, Por qué no me sana Dios en un ZAP de poder espiritual? La pregunta es, ¿Cuando vendré yo al lugar de creer la Palabra escrita que garantiza que la sanidad ya se ha hecho disponible (I Pedro 2:24), y la Palabra rhema en la que Dios hablará a cada corazón que ha aprendido a morar en la sanidad y la protección garantizada del Altísimo? Salmo 91:1-2, 5-9 El que habita al abrigo del altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; más a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación. Como notó al final del capítulo anterior, Jeremías 33:3 y Santiago 1:5 ambos declaran que el Señor nos contestará y nos dará la sabiduría que necesitamos cuando le invocamos a Él. Proverbios 3:5 y 6 prometen que Él dirigirá nuestros pasos cuando no nos apoyamos en nuestro propio entendimiento. El problema con un corazón frustrado, o ansioso es que es incapaz de inclinarse delante del Señor en ese momento. La paz que sobrepasa todo entendimiento ha dado paso al auto-enfoque y a la preocupación del problema, y su ruido no permite oír la voz suave y apacible del Maestro. En este lugar de frustración, podemos aprender una lección de Caín. Caín se encontró en el lugar en donde estaba demasiado orgulloso para acceder a las bendiciones de Dios viniendo a Él en Sus términos.26 Propuso otra manera, él era demasiado auto-confiado para buscar o tomar 26 Génesis 4:5 -7 Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.
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