47 lugar del primero duplicando los síntomas de la aflicción con el propósito de hacer que Carl se rindiera de estarlo echando. ¿Engañoso, verdad? Nosotros tenemos autoridad dada por el Señor para echar fuera y encadenar a los demonios. ¡Y es un privilegio hacerlo así! Esos espíritus malignos no quieren ser reconocidos como tales. Pero muchas actividades de espíritus malignos (tales como enfermedades, aflicciones, pobreza, emociones alteradas, etc.) a los creyentes les pueden parecer síntomas normales, comunes y familiares. La gente mayor a menudo piensa que sus dolencias son simplemente parte de su edad, y por lo tanto se vuelven débiles en su disposición para pelear contra las enfermedades, o para insistir en que sus ojos no pierdan su capacidad óptica normal y su fuerza natural disminuya (como Moisés experimentó). Satanás conoce y cultiva esta tolerancia y se oculta detrás de tal manera de pensamiento. Debemos discernir las enfermedades, por ejemplo, para ver como fue capaz de entrar, y movernos en fe en contra de ella. No te estoy diciendo que todas las enfermedades vienen por un demonio (aunque la enfermedad ultimadamente es por los pecados pasados y presentes de la humanidad los cuales el Diablo explota felizmente). Solo te estoy diciendo cuan astuto es el diablo, y como a menudo cubre sus actividades contra el pueblo de Dios a través de razonamientos familiares y experiencias humanas comunes. Cuando existe una causa aparentemente familiar y razonable para una enfermedad particular, nuestra lógica humana tiende a explorar buscando una solución enteramente humana. Es parte de nuestra naturaleza buscar un arreglo humanamente racional media vez encontramos una causa lógica. Aunque tenemos recursos en nuestro arsenal espiritual raramente los usamos. Por ejemplo, podemos proclamar la sangre de Jesucristo sobre nuestras casas. En el registro del Antiguo Testamento, de Israel en Egipto, la sangre del cordero sacrificial fue lo suficientemente ponderosa para evitar que el destructor visitara aquellas casas pintadas con dicha sangre (Exodo 12:21-29). ¿Cuanto mas poderosa es la sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios, espiritualmente pintada hoy en día en nuestras moradas? Declaro que la enfermedad y las dolencias no entraran a mi casa, pero morirán en el umbral de la puerta, no importa que plaga del día este siendo anunciada en las noticias. ¿Cuan grande es tu fe en las promesas de Dios en contra de enemigos como estos? ¿Cuanto crees y vives en el Salmo 91? ¿Cuando le creerás a Dios en vez de a tu experiencia o los temores de otros alrededor tuyo? A menudo, la forma de nuestros hábitos de pensar, cuando tenemos una razón explicable para una situación dada, es que comenzamos a ponernos de acuerdo con tal situación. Empezamos a aceptar el hecho como algo inevitable y permanente. Pero el problema es que con tal razonamiento viene la fe de acuerdo. El diablo conoce muy bien que con tal acuerdo viene el rendimiento tácito de nuestra autoridad espiritual. En otras palabras, cuando nuestro intelecto es satisfecho, nuestra determinación para buscar a Dios por un resultado alternativo por la fe en Sus promesas es fácilmente comprometido. Nuestra insistencia en las promesas de Dios de una salud total puede fácilmente venir a ser el todo, pero es neutralizada a menos que deliberadamente escojamos la sanidad prometida de Dios por sobre lo que nuestros ojos ven.
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