53 ungida. Después de todo, yo tenía un gran incidente para comenzar a enseñar acerca de la fe. ¡Dios es tan bueno! Aunque la incredulidad (i.e. falta de fe) es un reto que todos encaramos, especialmente cuando estamos dolientes, no necesitamos ponernos personalmente ofendidos cuando descubrimos este hecho. Jesús trato a menudo con la incredulidad con Sus discípulos.56 Nuestra reacción a este descubrimiento puede tomar dos caminos. Podemos responder de la manera como respondió el padre, reconociendo su falta de fe en Marcos 9: 24, o podemos ser como Caín. ¿Debemos ofendernos cuando el Señor nos dice (como lo hizo en Génesis 4) que nuestra ofrenda por el pecado (de perdón por nuestras cortas venidas) está a la puerta, esperando que se lo entreguemos a El? Nuestro amado señor y Gran Médico sabe como tratar con nuestros corazones, y traernos de (nuestra) fe a (Su) fe. Sin duda, El es todo lo que necesitamos. Puedan nuestros corazones estar quietos y ver la salvación de nuestro espíritu, alma y cuerpo al ir hacia El, aquel de quien todas las bendiciones fluyen y quien envió Su Palabra revelada, y nos sanó y liberó de todas nuestras destrucciones. Pueda El continuar honrando y animando nuestra fe, y pueda nuestra fe por nuestra sanidad, estar siempre creciendo en el lugar secreto del Altísimo. 56 Ver los versículos señalados en la nota anterior.
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